Mi Mirada

Cantar es un acto de generosidad, de valentía... y un regalo. 
Cuando pones voz y melodía a palabras, interpretas un texto, representas un personaje o cantas un canción o un aria de ópera se produce  un impacto sobre el que escucha y también sobre el que canta. Se abre un mundo de posibilidades sonoras y vibratorias y se sugieren imágenes, situaciones y sensaciones para saborear.

Fotografía Mario Gascón

Fotografía Tamara Marbán

La manera en que vivo mi profesión de cantante se expresa bien en un texto extraido de mi trabajo final de grado que comparto aquí:

“El intérprete y cantante se encuentra en su día a día con canciones y personajes a los que ha de dar voz. En ocasiones sentirá que su persona y su sentir vibra con ellos desde lo más profundo de su corazón. Otras, se sentirá lejos… y será la escucha interna, la autoobservación, el fingimiento y/o la práctica de técnicas y herramientas actorales lo que le podrá aproximar. El amor trae consigo mucho respeto, entre el cantante y el personaje o canción y del propio cantante hacia sí mismo. De hecho, es responsabilidad del caminante el respetarse, respetar su momento y su sentir particular, cuando camina, cuando canta, cuando interpreta. Como ser humano único, dotará al personaje y a la canción de unas cualidades y vibraciones singulares más o menos próximas al “personaje origen”. El cantante sabio sabe que, su caminar hacia y junto al amor continúa, y que es justamente el amor y el respeto a uno mismo lo que le dará fuerzas para seguir cantando.” (Trabajo Escrito Fin de Grado. 2015. pág 44. Alba Mur Tena)

El proceso de interiorización y nacimiento de una obra implica trabajo, estudio y dedicación, un tiempo donde el arte, el placer y el trabajo se entremezclan para dar lugar a la creación de un momento único musical. Como explico en el trabajo de fin de grado:

«Todo es un fluir. El músico intérprete, y a diferencia del pintor que pinta un cuadro o el poeta que escribe, realiza su labor gracias y condicionado por un tiempo. Es el tiempo el que hace que la obra musical sea efímera y que cada momento sea único. Es interesante recordar esta temporalidad de la música porque al cantar o tocar un instrumento vivimos un presente, un presente que al instante ya es pasado y que contiene en sí mismo el futuro del instante siguiente” (Trabajo Escrito Fin de Grado. 2015. pág 29. Alba Mur Tena)

Fotografía Esther Naval

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