Inspiración

 

SILENCIO

Fuego – Aire – Agua – Tierra

PRESENCIA

Fotografía Esther Naval

 

¿Qué es la música si no es compartida?

¿Hay opción de no ser compartida?

El sonido es vibración que viaja a través de ondas e impacta en los cuerpos. Nos une, nos envuelve y nos hace partícipes de él. La voz es sonido que nace y crece dentro de nosotros… y luego incide en el exterior. Lleva los colores y las texturas del que la emite: la intención, la emoción, sus posibles miedos y sus creencias. Todo ello toca a aquellos que la reciben y los transforma (consciente o inconscientemente).

El vínculo hace posible ese compartir, y la música y el sonido son medios directos para generar momentos de comunión entre nosotros.

Cierto es que podemos hacer música en soledad, regalarnos espacios y tiempos para disfrutar con nosotros mismos del mundo sonoro. !!Y qué gozada poder hacerlo!! Pero por mi experiencia, cierto es que llega un momento en que se siente interés en compartirla. Somos seres sociales y todo toma otra dimensión en lo colectivo.

Tu cuerpo mismo es música… y tu vida también. Llevas tus propios rítmos fisiológicos, tus momentos de acción y de reposo, y la melodía de cómo te relacionas con lo que te rodea es única.

Si a esto le añades el sonido y la música propiamente dicha, todo adquiere mayor fuerza y expansión. Pura celebración de lo que somos, de lo que nos gusta, en lo que vibramos.

Cuando no sepas qué más hacer, a dónde acudir o a qué atender… Respira.

Se ha hablado mucho del poder de la meditación y de la importancia de la presencia. No es mi interés reflexionar sobre ello (hay muchos libros e información que lo tratan). Para mi simplemente es una práctica integrada en mi día a día a la que ya no le concedo ni tiempo específico, pues la practico en cualquier momento (en el ascensor, en la sala de espera, en la cola del supermercado, mientras cocino, cuando me relaciono con alguien…). Tan sólo atiendo al peso de mi cuerpo y a mi respiración mientras realizo alguna acción o mientras estoy sin hacer nada. Tan simple y tan difícil como eso.

Mi maestro de Hung Yuan Taichi siempre indica la importancia de aflojar el vientre y de ir poco a poco percibiendo los cambios sutiles dentro de nosotros.

Es una vuelta a casa, un regreso a nosotros mismos que nos traerá seguro grandes descubrimientos.

El gran descubrimiento para mí es que de ese estado muy a menudo suele nacer unas ganas tremendas de sonar, de dejar salir sonido a través de mi voz. Un sonido no pensado, no diseñado… un sonido que él mismo guía el movimiento y el lugar a dónde quiere dirigirse. Un sonido combinado con silencio y respiración. Un estado que me libera y me expande.

 

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Fotografía Rocío Eslava

Trabajo de fin de grado: Caminante, hay camino.

La interpretación vocal a través de la escucha corporal y el movimiento.

Mi trabajo de investigación de fin de grado en la Escuela Superior de Música de Cataluña lleva  por título “Caminante, hay camino. La interpretación del canto a través de la escucha corporal y el movimiento” (2015). Fueron años de búsqueda, de indagación, de mucho estudio y autoobservación. Esos años me sirvieron para adquirir unas bases firmes en torno al cuerpo, la voz, la emoción y el movimiento, y que ahora comparto con mis alumnos en las clases y talleres.

La esencia de mi proyecto se vertebra en cinco punto que considero que son claros indicadores de progreso vocal por llevar a la persona a una mayor libertad interior y mayor facilidad de expresión vocal.

  • Respiración fluida. No sólo la identifico por no haber bloqueo en la respiración, sino por la ausencia de atención que tengo sobre ella.
  • Percepción del propio cuerpo en contacto con la tierra y aceptación de las sensaciones corporales del momento. El enraizamiento proporciona seguridad, confianza y fuerza y hace contactar con la realidad. El contacto con la realidad permite estar presente y ser capaz de integrar lo que sucede en el canto.
  • Flexibilidad interna y disponibilidad. Significa habitar el cuerpo desde una vitalidad y conexión con uno mismo que permita tener una actitud mental y corporal abierta y de disfrute ante el canto y la música.
  • Conexión con el Todo. Implica al cantante, a su cuerpo, a sus emociones y pensamiento; y también al público y al entorno.
  • Mente receptiva. Mas atención en la escucha que en el “hacer”. La mente está abierta, receptiva y abierta a la posibilidad. La mente está en el presente.“La atención puesta en la sensación tranquiliza lo que es compulsivo en nuestro pensamiento, y así la mente queda libre y lista para realizar su función normal que es la percepción” (V.W.Brooks, 1996:27).
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